En mi vida profesional he asistido –literalmente– a miles de presentaciones y he podido observar a otros tantos presentadores y speakers hacer bien (y mal) su trabajo. Aquellos que transmiten su mensaje, levantan el ánimo de su público y arrancan una lluvia de aplausos son los que tienen una estructura de presentación impecable, cuentan historias y acaban con un buen cierre.
Un buen cierre tiene los siguientes elementos previos:
- Un buen inicio. Una presentación es como un cuento en el que existe un príncipe, una princesa, un villano a batir y dificultades que se van salvando. Todo contenido se puede contar como un cuento. La audiencia espera que le cuenten historias que van subiendo en emoción.
- Una correcta planificación del tiempo. Las audiencias son cada vez más impacientes, están sobresaturadas de estímulos y además interactúan constantemente con sus dispositivos móviles mientras atienden a la presentación, por lo que no hay que extenderse más allá de lo estrictamente esencial. Si te alargas mucho más de lo que se espera, el ánimo de la audiencia caerá y será mucho más difícil salir por la puerta grande si el auditorio está cansado, aburrido o distraído.
Un buen cierre…
- Corona la historia que hemos ido hilvanando en toda la presentación.
- Es disruptivo (no te lo esperas)
- Supone la cima de la emoción que se pueda haber generado en la presentación
- Resume en un pocos segundos la esencia de la charla o presentación
- Condensa el mensaje principal
- Llama a la acción
¿Tienes algún truco personal para tus presentaciones? Si quieres, compártelo con un comentario.
¿Todavía no lo tienes? Contempla estos puntos y prepárate para dejar la mejor impresión en tu audiencia. ¡Suerte!