2013 fue un muy buen año para las redes sociales. Las principales, como Facebook, Twitter, Linkedin o Youtube, han visto crecer el número de cuentas de usuarios activos, dejando patente la tendencia de que, cada vez más, las redes sociales forman parte integrante de las vidas de los habitantes de este planeta.
Las redes se apoderan de nuestra atención desde el momento en que abrimos los ojos, nos acompañan durante todo el día y nos despiden hasta el siguiente cuando nos vamos a dormir. Gracias a la ubicuidad permanente de los datos y a sus actualizaciones constantes, facilitan y controlan el devenir de nuestras acciones personales, profesionales, grupales y de ocio.
Y no sólo las redes principales, como las citadas al inicio de esta columna, sino también en las secundarias, como Instagram, Pinterest, Google+, SlideShare, Tumblr, Vine, Whatsup o Snapchat. Y todo ello cocinado a fuego lento en el caldo siempre nutritivo y cambiante de Google. En este panorama, no sabría decir si usamos cada vez más las redes sociales o cada vez más somos usados por ellas. Estamos en ese punto de inflexión.
En 2014 esta tendencia seguirá en aumento, impulsada, entre otros factores, por la universalización del acceso a los smartphones o teléfonos inteligentes, verdaderos ordenadores de bolsillo entre cuyas funciones está también la antigua modalidad de llamar. Me refiero a llamar por voz, para hablar entre personas, en directo, un acto ya del pasado que está quedando arrinconado poco a poco y que –de paso– afecta al modelo de negocio de las grandes compañías de telecomunicación.
Si alguna vez quisimos ser protagonistas en primera línea de algún suceso histórico de alcance mundial, esta es nuestra ocasión: lo estamos viviendo. Nos encontramos justo en el cambio entre el modelo analógico de comunicación humana al digital. Y ese cambio se está llevando por delante muchas estructuras que considerábamos fijas, sólidas e inmutables, como la prensa de papel, la radio o la televisión en su rol de ejes informativos y formadores de opinión; la secuencia o comportamientos de compra de los consumidores; o los propios formatos de lenguaje de comunicación, que sustituyen el texto por las imágenes.
2014 será un año apasionante en el terreno digital y muy exigente a escala individual, ya que la velocidad del cambio es cada vez más rápida.
En esta carrera, uno de los valores que no deberíamos perder es el de nuestra humanidad, que está sufriendo el ataque directo de este tsunami tecnológico. Entre los efectos colaterales de este avance imparable se encuentra el déficit de atención, las merma de comunicación directa entre las personas y la abducción juvenil (y no tan juvenil) frente a las pantallas, plataformas y dispositivos.
Avancemos a toda velocidad, sí, pero intentando mejorar el modelo de interacción entre las personas, cultivando el trato y el contacto directo y sin perder lo que verdaderamente nos hace únicos en este universo. Y no me refiero a las redes sociales.
© 2013 por Enrique San Juan. Columna de opinión publicada en En Positivo.
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